Oraciones a Dios
Las oraciones a Dios son el lenguaje de nuestra alma. Es la manera más pura y fidedigna que tenemos de comunicarnos con el Señor Dios Padre de todo el universo, para hacerle llegar nuestras plegarias, pensamientos, pero sobre todo, para hacerle saber al Creador lo agradecidos que estamos por el milagro con el que nos bendice día con día, llamado vida.
Esta oración, que va orientada hacia esto último, refleja de manera muy breve, pero eficiente, lo mucho que tenemos para rendirle pleitesía a Dios, y como cada acto de bondad, cada pequeño detalle durante el alba o el ocaso, y cada pequeño gesto que somos capaces de notar durante las 24 horas que duran los milagros del señor, llegan a nuestro corazón y somos partícipes de ello.
Por eso, nunca hay que olvidar, ni dejar fuera de nuestras oraciones, cada pequeño detalle que hace de nuestras vidas, una auténtica bendición del Padre celestial. Pues todo está regido por su omnipotencia y omnisciencia, y nada escapa a su juicio ni su temple. El simple hecho de estar vivo y ser conscientes de ello, es un motivo más que suficiente para agradecerle al señor.
*Destacada: Oración Dios ayúdame a ser fuerte
Por ejemplo, la siguiente oración, está cargada de un intenso contenido en apenas unas cuantas palabras, y refleja de manera muy eficiente este sentimiento que todos albergamos dentro.
Gracias Señor
Por las noches que convertiste en mañanas
Los amigos que volviste familia
Y los sueños que hiciste realidad
Pero sobre todo
Gracias por cuidar de mí y de los míos cada día.
Cuando agradecemos al señor por las noches que se convierten en mañanas, reconocemos el valor que implica el estar vivos un nuevo día.
Cuando le oramos en pro de los amigos y la familia, aceptamos el hecho de que Dios pone gente en nuestro camino que pasará a formar parte importante de nuestras vidas.
Damos gracias por las oportunidades que se nos presentan y nos permiten cumplir nuestros sueños.
Pero lo más importante es que podemos estar seguros que con la oración y la fe, los nuestros y nosotros mismos, nunca estaremos por fuera del amparo de nuestro señor.