Jesús, quiero estar contigo

    Si alguna vez te sientes excluido, si sientes que el mundo te rechaza, si crees que no tienes en quien confiar, si piensas que la vida ya no vale la pena, entonces has olvidado lo grande que es nuestro señor Jesucristo, pues para su amor no hay diferencia, el quiere a todos sus hijos por igual y solo te pide que confíes en el para que te guie en el camino de la vida, por ello si te encuentras en una situación difícil recita esta oración, al pronunciar estas palabras el señor calmara tu corazón y te revelara lo que necesitas saber para continuar.

    Señor, estás ahí: Me estás mirando.
    Conoces mi situación interior.
    Me has acompañado en el día de hoy.
    Me has acompañado siempre,
    desde el primer día que abrí los ojos a este mundo.

    Cuando he sido fiel.
    Y cuando he sido infiel.

    Estás ahí.

    ¿Por qué estás ahí en el Sagrario?
    Te quedaste por amor,
    porque me quieres muchísimo.
    Dímelo.

    ¡Qué bien que lo sabes!

    Me quedé para ayudarte

    Sé muy bien que eres débil,
    que caes con facilidad.
    Ven a visitarme: Yo soy tu fortaleza.
    Pídeme fuerza.

    Ven a verme todos los días que no sientas nada,
    los días que estés desanimado del todo;
    ven a verme ese día que quieres acabar con todo.
    Yo te daré ánimos y nuevas fuerzas.

    Ven a verme ese día en que has caído gravemente:
    no tengas pena, ven;
    que todo tiene remedio, si vienes a Mí.

    Ven a visitarme cuando hayas tenido un gran fracaso, cuando un grave problema te robe la paz.
    «Venid a Mí todos los que andáis abrumados y cargados y Yo os aliviaré.»
    «Mi yugo es suave y mi carga ligera».

    Me quedé para ayudarte todos los días de tu vida.
    No porque lo merezcas, sino por que te amo
    como nadie te ha amado ni te amará jamás.

    Me quedé para amarte.

    Para amarte desde aquí con un amor infinito.
    No te pido que lo merezcas,
    sino que lo aceptes.
    Déjate querer por tu Dios, por tu Redentor.

    Ya sé que te sientes indigno,
    que tus pecados y tus faltas tratan de apartarte de Mí.
    Yo te amo con tus pecados,
    tus faltas, infidelidades
    y con tus buenas acciones,
    con tus buenos propósitos,
    aunque algunos de ellos no los cumplas.

    El amor hace felices a los hombres.
    Tu necesitas sentirte amado.
    Yo te ofrezco el amor infinito de todo un Dios;
    y te lo ofrezco no solo hoy,
    sino todos los días de tu vida…
    mañana y dentro de un año.

    Siempre que vengas a Mí
    encontrarás un amor vigilante,
    fiel siempre, el mismo amor infinito.
    He decidido amarte
    a pesar de todas tus faltas,
    pecados, ingratitudes.

    Me quedé para perdonarte.

    Sabía muy bien que en tu vida
    habría muchos pecados,
    muchas infidelidades.
    Me propuse desde un principio perdonarte todo.
    Hasta el día de hoy, todo está perdonado y olvidado.

    No importe qué hiciste o dejaste de hacer
    hasta el día de hoy;
    lo que me interesa muchísimo
    es lo que vas a hacer de ahora en adelante.

    No dudes de mi perdón jamás.
    Puedes dudar de ti mismo,
    puedes dudar de tus promesas,
    pero jamás dudes de mi perdón.
    Yo te he perdonado siempre,
    te perdono todo,
    y estoy dispuesto a perdonarte
    hasta el último pecado,
    si vienes a Mí con arrepentimiento.

    Estoy aquí para recibir tu amor de cada día.

    Dame tu corazón,
    tu amor,
    tus delicadezas,
    tus detalles de ternura:
    Una genuflexión hecha con devoción,
    me honra mucho.
    Una señal de la cruz bien hecha,
    me hace pensar en ti.
    Unas posturas correctas en la Iglesia,
    me hacen ver que me estimas
    y sabes que estoy aquí.
    Una misa bien oída
    me da tanta alegría.
    Una visita ferviente,
    una Hora Eucarística,
    me recuerda que me quedé en la Eucaristía
    para ayudarte, perdonarte, amarte.
    Y me digo: «Valió la pena»
    Una comunión llena de amor
    no sabes cuánto representa para Mí:
    «El que come mi carne
    y bebe de mi sangre mora en Mí y Yo en él».
    Eso ocurre en la comunión.

    Estoy aquí en la Iglesia para ayudarte a vivir.

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