Cuando hablamos de oraciones, por lo general, pensamos en versos de ritmo y carácter poético que tienen como objetivo, servir como testimonio verbal y escrito de la fe de una comunidad o de un individuo hacia su iglesia y a sus creencias. Rindiéndose a la autoridad máxima a la que presta pleitesía, por medio de parábolas grandilocuentes que tratan de establecer un vínculo entre la deidad y el practicante.
La oración de credo Ireneo, es una manifestación descriptiva de las oraciones convencionales, que busca ir más allá de todas estas, prestando un servicio que le ofrece al orador, la capacidad de discernir, comprender y estudiar cada una de las facetas de las palabras a las que se les está confiriendo el poder divino de la oración. De esta manera, esta oración, que es bastante antigua, no suele ser practicada, ya que, al igual que muchas otras testimoniales de la fe, trata de una u otra manera de establecer un vínculo que va más relacionado entre el orador y la oración, que entre el orador y la deidad.
‘Nosotros nos atenemos al canon de la verdad, a saber, que hay un solo Dios todopoderoso, quien por su Verbo creó todas las cosas, y las dispuso, haciéndolas de la nada, para que existieran… al decir todas las cosas, nada queda excluido. Todo lo hizo el Padre por sí mismo, lo visible y lo invisible, lo sensible y lo inteligible, lo temporal y lo perdurable… todo esto no por medio de ángeles o de ciertos poderes independientemente de su voluntad, pues Dios no tiene necesidad de nada de eso, sino que hizo todas las cosas por su Verbo y por su Espíritu, disponiéndolas y gobernándolas y dándoles existencia.’
(Ireneo, Contra las herejías)