En la era moderna la humanidad vive en una cultura consumista, superficial y por intereses convenientes, sus días transcurren por impulsos caprichosos, gustos banales junto a intereses sin sentidos. Esta jerarquía obliga a las personas a tener como única meta en la vida poseer todo.
Por esta razón los cristianos necesitan recordar que el hombre no puede ni debe medir su valor por lo que posee. Por para Dios es nuestra ser como persona mucho más importante que todo el dinero del mundo.
El ser humano al haber sido creado a imagen y semejanza de Dios ya es algo para tener valor.
Oración de Reflexión
¿Quién soy? Me dicen a menudo
cuando salgo de mi celda,
sereno, risueño y seguro,
como un noble de su palacio.
¿Quién soy? Me dicen a menudo,
cuando hablo con mis carceleros,
libre, amistosa y francamente,
como si mandara yo.
¿Quién soy? Me dicen también que
soporto los días de infortunio con
impasibilidad, sonrisa y orgullo,
como alguien acostumbrado a vencer.
¿Soy realmente lo que otros dicen de mí?
¿O bien sólo soy lo que yo mismo sé de mí?
¿Intranquilo, ansioso, enfermo, cual
pajarillo enjaulado, aspirando con
dificultad la vida, como si me oprimieran
la garganta, hambriento de colores,
de flores, de cantos de aves, sediento de
buenas palabras y de cercanía humana,
temblando de cólera ante la arbitrariedad y
el menor agravio, agitado por la espera de
grandes cosas, impotente y temeroso por
los amigos en la infinita lejanía, cansado y
vacío para orar, pensar y crear, agotado y
dispuesto a despedirme de todo?
¿Quién soy? ¿Éste o aquel?
¿Seré hoy éste, mañana otro?
¿Seré los dos a la vez?
¿Ante los hombres, un hipócrita y ante mí mismo,
un despreciable y quejumbroso débil?
¿O tal vez lo que aún queda en mí se asemeja
al ejército derrotado que se retira en desorden
sin la victoria que se creía segura?
¿Quién soy? Las preguntas solitarias se burlan de mí.
Sea quien sea, Tú me conoces, tuyo soy, ¡oh, Dios!