Oración de Liberación
¡Dios de los humildes, Dios de los que sufren;
de los que no tienen ni casa ni pan!
Si no sé de memoria tus rezos,
¿te puedo rezar?
Por mí no he de pedir: ¡poco me importa
pasar la noche sin bocado alguno
y abrir mañana mis cansados ojos
sin saber dónde está mi desayuno!
Tú bien sabes que nunca te recé
como hoy te rezo . . .
Ni cuando estaba enfermo; ni la noche
que se llevaron a mi padre preso . . .
Ni aquel día tan triste en que los Reyes
de mi cuarto de pobre se olvidaron,
y en mi cajita, al pie de la ventana,
ni el trompo ni la flauta me dejaron.
No te ruego por mí . . .Ruego por ella,
Tú la conoces . . .Con febril anhelo,
pidiendo pan y abrigo te rezaba,
y fijas sus pupilas en el cielo
de lágrimas su rostro se mojaba.
¡Cuántas veces te habló! y ¡cuántas noches,
apretado su pecho junto al mío,
nos olvidamos, al llorar, del hambre,
nos olvidamos, al rezar, del frío!
Y, ¡cuántas veces en la cama pobre,
solos y tristes y sin pan los dos,
le pregunté:- Dí, madre, ¿con quien hablas?
y ella me dijo:- Duerme . . . Hablo con Dios!
Ya Tú sabes quien es . . .Por ella pido.
Por la madre amorosa que no olvido.
Se la llevaron una tarde . . . Dicen
que estaba muy enferma y que moría.
La cargaron dos hombres . . . Esa tarde
el cuarto se quedó sin alegría.
Después, al hospital. Una enfermera
me dejaba pasar todas las noches.
Una mañana, al despertar, me dijo:
-Tu mamá se va al cielo . . .En aquel coche
se la van a llevar al cementerio. . .
Dios, por ser Buena, la mandó a buscar . . .
Y la enfermera, y aquel hombre serio
del coche, se pusieron a llorar . . .
Por ella estoy rezando. Sé, Dios mío,
que a Tu lado no hay hambre,
que a Tu lado no hay frío,
que mi madre es feliz . . .
Pero si ella supiera que yo sufro,
que yo no tengo pan,
entonces Te sería imposible
poderla consolar.
Mi madre me decía
que no sabes mentir . . .
Pero si te pregunta,
no le digas que sufro,
¡engáñala, Dios mío:
dile que soy feliz!