El hijo de Dios tiene el poder para vencer todas las cosas, para ello emplea su arma más poderosa, la oración. Sin embargo, existe una única cosa que puede arrebatar el arma de la oración de nuestras manos, el pecado.
Por esta razón es necesario que todos los seguidores de Dios, puede ser tentados a pecar. A pesar de ello, por medio de la gracia de Dios, podemos derrotar esta tentación.
El demonio conoce nuestro más profundo pecado con el cual somos más débiles, y es allí donde más te tienta. Con el objetivo de vencer sobre ese pecado y los demás pecados en tu vida, es necesario practicar esta oración.
Oración de protección
Amado Jesucristo: mi Señor, mi Rey, mi Salvador,
mi Dios. Tú que eres Dios, pero que también
fuiste hombre, tú que fuiste tentado por el demonio
como cualquier otro ser humano, por favor dame la
fortaleza de rechazar el pecado y la gracia de
permanecer puro como tú eres.
Reina en mi corazón con tu Poder, Sabiduría, Amor,
Paz, Gracia, Pureza, Misericordia, Gloria y Alabanza.
Tú le dijiste a Satanás:
LOS SERES HUMANOS NO VIVEN SOLAMENTE DEL PAN, SINO DE CADA PALABRA QUE VIENE DE LA BOCA DE DIOS.
Cuantas veces te he fallado mi Señor, cuando no
obedecí tus mandamientos, te rechacé como mi Rey
cuando permití que las tentaciones de este mundo
reinaran en mi corazón, te he olvidado mi Dios cuando
mi mente ha estado tan llena de las cosas terrenales.
Mi Señor y mi Dios, dame hambre de tu pan viviente,
aliméntame con tu Palabra y con el Sacramento de tu
carne y tu sangre. Dame la fortaleza para controlar el
apetito de mis sentidos, purifica y nutre mi alma con tu
alimento, el cual es hacer la voluntad del Padre Celestial.
Tú le dijiste a Satán:
TU DEBES HACERLE HOMENAJE AL SEÑOR TU DIOS, SOLAMENTE A EL DEBES SERVIR.
Cuántas veces las riquezas de este mundo, las tentaciones
del orgullo, de la avaricia, de la envidia, de los celos y del
egoísmo te han destronado mi Dios de mi corazón.
Sinceramente me arrepiento de este insulto a tu Majestad.
Jesús, dame la gracia de poder rechazar las cosas de este
mundo, de separarme de todo lo que me rodea, y de aferrarme
fuertemente a tu espíritu dentro de mí.
Te amo con todo mi corazón, con toda mi mente, con toda
mi alma, con todas mis fuerzas y con el espíritu que has dado.
Te adoro y te obedezco mi Señor, te honro mi Rey, te alabo y
te bendigo, y mi corazón está lleno de agradecimiento.
Te serviré amando a mis hermanos y hermanas y con tu
fortaleza conquistaré el mundo, el demonio y de la carne.
Tú le dijiste a Satanás:
NO PONGAS AL SEÑOR TU DIOS A PRUEBA.
Jesús, cada vez que he pecado, he lanzado mi alma contra las
rocas de la muerte, hiriéndola mortalmente. Te he puesto a
prueba. Jesús, tú el Cordero de Dios que quitas el pecado del
mundo, por tus santas tus heridas sanan mi cuerpo, mi mente y mi alma.
Jesús, te he ofendido muchas veces, por favor perdona mis
pecados. Lava mis iniquidades, límpiame de mi pecado, purifícame,
protégeme y sálvame con tu preciosa sangre, santifícame con tu
Espíritu Santo, hazme de nuevo con tu imagen y semejanza.
Jesús, en la presencia del Inmaculado Corazón de María por
favor dime ahora: “Esta es tu madre”. Santa Madre de Dios,
mi madre, protégeme, guíame y nútreme con el pan celestial que
tú le has dado al mundo. Cúbreme con tu manto maternal de
pureza para que yo pueda siempre decir NO a las tentaciones de
tu adversario, el enemigo de mi alma.
Amen.