La misión más importante y prioritaria que Dios nos encomendó mediante su Hijo, Jesús es amarnos unos a otros, de manera justa, honrada y verdadera.
Por esta razón los seres humanos, es decir, el pueblo de dios bajo toda premisa tiene la obligación de amar y ayudar al otro, pero mientras más grande sea esta necesidad ayuda por parte de nuestro prójimo, más exigente y estricta es nuestra obligación. No es un favor que podemos o no hacer, es nuestro deber; debemos ayudarnos unos a otros.
Por eso también debemos rezar por las almas del Purgatorio pues cuando estas lleguen ante Dios intercederán por nosotros.
Oración de Liberación
Dulcísimo Jesús mío, que para redimir al mundo
quisisteis nacer, ser circuncidado, desechado de los judíos,
entregado con el beso de Judas, atado con cordeles,
llevado al suplicio, como inocente cordero; presentado ante Anás,
Caifás, Pilato y Herodes; escupido y acusado con falsos testigos;
abofeteado, cargado de oprobios, desgarrado con azotes,
coronado de espinas, golpeado con la caña,
cubierto el rostro con una púrpura por burla;
desnudado afrentosamente, clavado en la cruz y
levantado en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos,
dándoos a beber hiel y vinagres y herido el costado con la lanza.
Librad, Señor, por tantos y tan acervásemos dolores como
habéis padecido por nosotros, a las almas del Purgatorio
de las penas en que están; llevadlas a descansar
a vuestra santísima Gloria, y salvadnos, por los méritos
de vuestra sagrada Pasión y por vuestra muerte en la cruz,
de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar
en la posesión de aquel Reino, adonde llevasteis al buen ladrón,
que fue crucificado con Vos, que vivís y reináis
con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
Amén.