Oración Contra La Acedia A Dios

    La presente oración la traemos para combatir contra ese mal que atormenta el mundo y nuestra cultura, la Acedia, ese sentimiento es cuando estamos tristes por el bien, por los bienes últimos, en pocas palabras podríamos decir que es sentir tristeza por el bien de Dios.

    Este sentimiento es completamente irregular pues es cuando los seres humanos somos incapaces de sentir alegría con Dios y en Dios.

    Por lo tanto, este fenómeno de la acedia debe ser combatido por que principalmente es tan peligroso que actualmente sigue siendo desconocido para la mayoría de los cristianos, por esta razón comienza practicando esta oración para liberarte de esa terrible sensación.

    Oración para Dios

    Oh amado Dios!, que perdonas y nos amas tanto;

    nos comportamos como siervos infieles e indiferentes,

    fortalece nuestra vigilancia interior para resistir:

    en estos momentos de desánimo por hacer las cosas,

    estas amarguras de la mente que nos distrae,

    estas actitudes indolentes frente a nuestro prójimo,

    estos cansancios de Dios que tenemos en oración.

    ¡Oh amado Padre!, ayúdanos a luchar contra la pereza,

    aleja de nosotros esas inclinaciones al pesimismo,

    a evitar las comodidades del cuerpo y huidas de los

    problemas, elimina esa complacencia en la ociosidad

    que tenemos, incentiva el fervor en nuestras oraciones

    hacia ti, ayúdanos aceptar los bienes sobrenaturales

    para la grandeza de nuestra naturaleza humana y divina.

    ¡Oh Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal! ten piedad

    de nosotros y con María Santísima, auxílianos para

    luchar contras las hijas de la acedia: La desesperación,

    la vagabunda inquietud del espíritu, la embotada indiferencia,

    la poquedad de ánimo, la irritada oposición a la grandeza

    divina, y finalmente a la auténtica maldad.

    ¡Oh Amado Dios!, dadnos la grandeza de ánimo que

    necesitamos; dadnos la sabiduría, la esperanza, la

    disciplina y la alegría; para que confiemos en la grandeza

    de la existencia humana, pero principalmente confiemos en tu

    divina Misericordia y cuando tengas sed, no te demos vinagre,

    sino puro amor; que junto a los Santos y Ángeles del cielo te

    alabemos, porque tuyo es el reino, tuyo el poder y tuya

    la gloria por siempre Señor.

    Amen.

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