Oh, dulce Jesús

    A pesar que es a Dios a quien debemos rendir toda nuestra creencia y fe es importante recordar que la existencia de la Santísima Trinidad, la cual la conforman 3 partes, El Padre, El Hijo, y El Espíritu Santo, es al segundo de estos tres a quien esta dirigida la siguiente oración, a Jesús, pues es el sufrió por nosotros, nos enseñó los misterios de la vida, demostró el poder de el Señor de los Cielos y su grandeza mediante milagros, por ello con este cántico pedimos por su bendición, su protección y su guía a lo largo de nuestra vida.

    Oh, dulce Jesús, coloca tus manos llagadas sobre mi cabeza y bendíceme.
    Extiende esas mismas manos adorables sobre los míos y bendícelos.
    Hazme caminar por tu redil durante este día, haciendo tu trabajo así como tu lo harías, hazme retroceder cuando tenga temor de hacer el bien.

    Permanece conmigo al conversar con las almas con las cuales yo deba tratar y haz que te conozcan por el simple hecho de haber pasado junto a mí.

    Te quiero conocer, amar y servir por encima de todas las cosas y al extinguirse el corto día con su labor terminada concédeme un lugarcito a tus pies para descansar por toda la eternidad.

    Mi amadísimo señor, si me mandaras hoy humillaciones, contradicciones, sufrimientos, malas noticias, una desilusión, un fracaso, que sospecharan de mí equivocadamente, todo lo que quieras Señor, lo acepto de antemano.

    Si lloro por debilidad no lo tomes en cuenta, si murmuro reprímeme, si tiendo a olvidarme de Tí castígame, pero a través de todas las cosas enséñame a decir hágase Señor tu voluntad, la voluntad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

    Amén.

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